Llegué ligeramente tarde a esta clase pero todavía alcancé a
oír un buen pedazo de la primera lectura Estuve
en el fin del mundo de Eduardo Robles Boza, fallecido este año. En cuanto
lo oí pensé: «éste es de la banda de José Emilio Pacheco» y sí, efectivamente,
nacieron con dos años de diferencia.
Su jerga pasada de moda plasmando la forma de hablar de los jóvenes
modernos de esa época me recordó a los adultos de esta época que al verse
rodeados de muchachos intentan parecer joviales sacando a relucir un lenguaje
que parece tomado de una de estas novelas con frases como: «Esa chava es otro
rollo» y palabras como «onda, ligue, ponerse hasta atrás». Esto me parece un
fenómeno hermoso, digno de ser resaltado, que disfruto siempre que sucede.
Todo en este relato es frívolo, mundano, desde el lenguaje hasta los
acontecimientos, la forma de hablar. Son anécdotas que cualquiera tiene, buen
tema para una conversación banal, chisme, intriga. Investigando acerca de este
libro en Internet encontré que la gente lo recomienda como un libro de
lecciones de vida, bueno para dárselo a leer a los hijos adolescentes, para que
aprendan qué es lo que puede suceder si se pierde la prudencia, el freno o el
control, cosas que la mayoría descubre por cuenta propia tarde o temprano y que
las guarda para contarlas después, sólo que éstas están registradas en una
novela.
Huesos de
lagartija, qué gusto me dio oír este relato, lo leí cuando iba en primaria y
había olvidado que me gustaba tanto, creo que es bueno para cualquier edad. Me
preocupó haber olvidado que me gustaba, así que me propuse de ahora en adelante
escribir una lista de lo que voy leyendo, con alguna breve reseña o copiar unas
cuantas frases, me gustaría haberlo hecho desde niño porque siento que
realmente se pueden olvidar muchas cosas aunque se instalen en nuestro sistema
y funcionen desde allá en la oscuridad de nuestro inconsciente. A la vez siento
que esa idea es muy aferrada y que está bien que las cosas fluyan a través de
nosotros sin necesidad de retenerlas.
Siguiendo con Huesos de
lagartija, es un relato que me hizo enorgullecerme de la cultura mexica y
de vivir aquí, aún cuando mis orígenes no son mexicanos. Este libro se apega a
los hechos históricos pero no es un libro de historia, su narrativa fluye
suavemente, por eso creo que es una excelente forma de enseñar a los niños
sobre la cultura prehispánica y la conquista sin tener que volverlo tedioso.
Este libro es uno de los culpables de que si yo pudiera pedir el deseo que
quisiera, sería conocer México y Tenochtitlan en su esplendor, antes de la
conquista.
De Y colorín colorado, este
cuento aun no se ha terminado preferiría ni empezar a comentar porque me
voy a soltar a despotricar contra Odín Dupeyron y en una de esas hasta contra
la compañera que lo llevó para terminar generalizando sobre la gente y lo que
lee. Mejor no, lo voy a dejar en que fue un insulto para nuestro intelecto y
escribir eso, es un insulto para el lenguaje y la capacidad mental humana.
Estuve investigando sobre la editorial publica los libros de Dupeyron
(esperando que fueran editados por Televisa o algo parecido) y no pude
encontrar nada, sólo el nombre, Editorial Disidente.