jueves, 16 de febrero de 2012

Fragmentos de un discurso amoroso


De Roland Barthes
Es increíble leer de forma tan clara y concisa lo que uno vive a través de sensaciones e impulsos casi inconscientes cuando se está enamorado. Barthes describe el amor con una perspectiva apenas suficientemente separada de la pasión para no ser “arrastrado por su propia fuerza”. No en un intento de análisis científico sino en una afirmación lingüística.
Me pasó cuando estuve enamorado que lo que sentía parecía no tener nombre ni haber sucedido antes, era algo único, original, irrepetible y sin precedentes, el amor que yo experimentaba no lo había vivido nadie nunca de manera tan intensa y sincera. Ahora que eso ha pasado y estoy de regreso en la realidad, me doy cuenta, un poco por la lectura, que lo que yo experimentaba a través de sentimientos, sensaciones y pensamientos se puede explicar con palabras; que simplemente estaba exaltado por un coctel de endorfinas y otras sustancias químicas. Pero mientras duró, fue muy bueno y fue mágico. Hay veces que siento el impulso de buscar vivir eso una vez más.
Creo que Barthes también pone en evidencia el narcisismo de los enamorados con la frase “es mi deseo lo que deseo”. La necesidad de autosatisfacción que explica las ganas de volver a vivir el enamoramiento, de encontrarse en ese estado en el que casi arbitrariamente seleccionamos a otra persona y al rededor de ella construimos un objeto idealizado de devoción para sentirnos amados y acompañados y alimentar la creencia de que la felicidad puede venir desde afuera, desde alguien más, toda en un solo paquete.

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