Esta es una reseña retrasada. Había olvidado por completo bloggear sobre estas tres lecturas.
Llegó el siguiente viernes y me cayó el veinte. Posiblemente fue una
consecuencia de la aridez de sus temas o que realmente lo que pudiera decir
sobre ellas no aportaría nada provechoso. Pero la desesperación que me causó
que mi compañera Paola, habiendo pasado más que el tiempo reglamentado, se
aferrara a continuar leyendo esa telenovela, es digna de ser exteriorizada,
cuando menos por mi salud.
Hacía un bochorno infernal en el salón, las ventanas estaban
abiertas pero el aire nada más no circulaba y las lecturas sólo contribuyeron a
apesadumbrar más el tedio.
La lectura de Coelho fue como oír un chisme, un “¿si supiste
de fulanita?”, intrigante como todo chisme pero banal, poco constructivo.
Material para perder el tiempo, para no cuestionarnos y distraer a la mente.
La más faulera fue
como literatura obligada de la primaria, de esos libros que pretenden ayudarnos
a entender un poco la transición de niño a adolescente. Asimilar que en lugar
de odiar a las niñas, te empiezan a gustar.
Qué puedo decir sobre Un
amor para recordar, una novela hecha para chick flick. ¿Cuánto contenido puede tener eso?.
La aportación de estos libros se termina en el momento en
que se cierran. No proporcionan ninguna reflexión posterior, nada en qué pensar.
Son áridos, creo que al leerlos, en vez llenarte, te van haciendo sentir vacío,
desear algo que no tienes, o un ideal que no existe, una relación perfecta, un
amor perfecto. Esto provoca un choque con la realidad, una negación de ésta y
una falta de presencia en el momento presente. Es lo que se vende en todos
lados.
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