jueves, 3 de mayo de 2012

Once minutos, La más faulera, Un amor para recordar



Esta es una reseña retrasada. Había olvidado por completo bloggear sobre estas tres lecturas. Llegó el siguiente viernes y me cayó el veinte. Posiblemente fue una consecuencia de la aridez de sus temas o que realmente lo que pudiera decir sobre ellas no aportaría nada provechoso. Pero la desesperación que me causó que mi compañera Paola, habiendo pasado más que el tiempo reglamentado, se aferrara a continuar leyendo esa telenovela, es digna de ser exteriorizada, cuando menos por mi salud.
Hacía un bochorno infernal en el salón, las ventanas estaban abiertas pero el aire nada más no circulaba y las lecturas sólo contribuyeron a apesadumbrar más el tedio.
La lectura de Coelho fue como oír un chisme, un “¿si supiste de fulanita?”, intrigante como todo chisme pero banal, poco constructivo. Material para perder el tiempo, para no cuestionarnos y distraer a la mente.
La más faulera fue como literatura obligada de la primaria, de esos libros que pretenden ayudarnos a entender un poco la transición de niño a adolescente. Asimilar que en lugar de odiar a las niñas, te empiezan a gustar.
Qué puedo decir sobre Un amor para recordar, una novela hecha para chick flick. ¿Cuánto contenido puede tener eso?.
La aportación de estos libros se termina en el momento en que se cierran. No proporcionan ninguna reflexión posterior, nada en qué pensar. Son áridos, creo que al leerlos, en vez llenarte, te van haciendo sentir vacío, desear algo que no tienes, o un ideal que no existe, una relación perfecta, un amor perfecto. Esto provoca un choque con la realidad, una negación de ésta y una falta de presencia en el momento presente. Es lo que se vende en todos lados.

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